El invierno 1944, en plena 2ª
Guerra Mundial, el ejército Nazi Alemán bloqueó el acceso a alimentos de la
región de Holanda que aún controlaba como castigo a sus habitantes por no apoyarles
contra el ejército Aliado. Miles de personas murieron durante la conocida como “
Hambruna Holandesa” (
Dutch Famine o
Hongerwinter), principalmente ancianos. Pero lo que sorprende a
nivel científico de estos hechos horribles es lo siguiente: los nacidos después
de este suceso, como es esperable, fueron significativamente más pequeños,
pero no sólo eso, sino que además las personas nacidas tras estos acontecimientos
presentaron con más frecuencia de lo habitual enfermedades tales como obesidad,
diabetes... además, se ha visto como los descendientes de estas personas también
son más pequeños y sufren estas mismas enfermedades, como si la hambruna
hubiera
modificado la información genética
que sus abuelos hicieron llegar a sus padres durante aquel fatídico invierno.
Pero, ¿es eso posible?
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Niño durante la "Hambruna Holandesa" de 1944
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Lo generalmente aceptado y
conocido es que la información genética pasa de los progenitores a la
descendencia, y como si de barajas de cartas se tratara, la información de cada
uno de los progenitores es barajada antes de pasar la mitad a la descendencia,
dando así no sólo una mezcla entre las características de padre y madre, sino
también una cierta variabilidad con la información mezclada de los abuelos. A
este reparto de cartas puede, en
ocasiones, añadirse la posibilidad de mutaciones
puntuales en la información genética, que aunque en general no provocan
cambios visibles, en otras ocasiones pueden suponer la aparición de
enfermedades; si estos cambios se encuentran también en la línea de células germinales (la que dará lugar a
espermatozoides y óvulos), esas mutaciones tendrán la posibilidad de ser
transmitidas a la descendencia.
Pero como he destacado, esto es
algo que ocurre de forma aleatoria, con una frecuencia demasiado baja como para
poder observar una tendencia como la de la “Hambruna Holandesa”. Aunque se sabe
que existen factores externos, mutágenos,
que pueden potenciar la aparición de mutaciones, como el humo del tabaco, la
radiactividad, algunos fármacos y drogas de abuso... estas mutaciones son también
aleatorias y difícilmente se podrían relacionar con un efecto concreto como el
del caso que nos ocupa.
Es aquí donde el título del artículo
cobra sentido; herencia de caracteres más allá de los genes, más allá de lo
explicado hasta el momento. Y es que para entender este fenómeno debemos volver
a hablar de la
epigenética, aquello
que hacía que gemelos univitelinos pudieran presentar diferencias físicas entre
ellos o que los peces “se hicieran” machos. En este caso nos centraremos en la
impronta genética (
imprinting).
En general la epigenética se basa
en los siguientes elementos: metilación
de islas CpG del ADN, modificaciones
de histonas (metilación, acetilación, variantes de histonas...) y expresión de
ARN no codificante. Todos estos
elementos tienen como efecto modificar
los patrones de expresión, ya sea aumentando, disminuyendo o directamente
silenciando la expresión de uno o varios genes y también tienen la importante
función de mantener la estabilidad del
genoma al evitar la transposición de elementos móviles.
La impronta genética, uno de los
procesos epigenéticos, tiene como principal función la modulación de la expresión
de determinados genes en función del
progenitor del cual proviene la copia (todos los genes salvo algunos de los
cromosomas sexuales tienen 2 copias procedentes de cada uno de los
progenitores). Así, a partir de alguno de los mecanismos explicados
anteriormente (o combinación de ellos) la copia paterna de un gen presentará un
patrón de expresión distinto al de la copia materna del mismo gen.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con
los efectos de la “Hambruna Holandesa”? Mucho, ya que algunas de estas
marcas epigenéticas son “reseteadas” en
2 momentos muy concretos del desarrollo humano y después se mantienen de forma
estable durante la mayor parte de nuestra vida. Estos 2 momentos son los
llamados
periodos sensibles; uno se
da durante la formación de las
células
germinales primordiales, las precursoras de los gametos (espermatozoides y
óvulos), y el otro durante los
estadios
pre-implantacionales del desarrollo embrionario, es decir, antes de que el
embrión se haya enganchado al útero (primeras 2 semanas de desarrollo). Durante
estos periodos los factores externos pueden tener un importante efecto en el
imprinting que se acarrearán durante el
resto de la vida y, en el caso de fetos femeninos en los que los gametos quedan
ya listos para empezar a madurar a partir de la pubertad, los factores externos
durante la gestación pueden llegar a afectar hasta a la siguiente generación.
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Periodos sensibles de los distintos mecanismos de impronta genética. El descenso en el nivel de metilación implica reseteo de la impronta |
Así pues, durante el invierno de
1944 todas aquellas madres que se quedaron embarazadas o que acababan de
quedarse embarazadas tuvieron descendencia con un
imprinting incorrecto (debido a la malnutrición) que provocó la
aparición de enfermedades en esa generación y la siguiente. Existen además teorías
de cómo determinados alimentos o fármacos pueden alterar el correcto
imprinting durante los periodos
sensibles por ser donadores de metilos entre otras posibles razones.
Hay otros ejemplos de como un
imprinting incorrecto puede provocar
enfermedades, como por ejemplo el tumor de Wilms, que aunque tenga asociadas
algunas mutaciones genéticas, en ocasiones no presenta (en origen) ninguna
mutación genética sino que se ha dado un
imprinting
incorrecto que ha provocado la sobreexpresión de factores de crecimiento. Actualmente
se busca la relación que pueda haber entre alteraciones epigenéticas y la
aparición de distintos tipos de cáncer, para así tener una diana más contra la
que enviar fármacos que eviten su proliferación.
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Patología molecular del tumor de Wilm. Igf2 es un factor de crecimiento sobreexpresado en el tumor. |
Como reflexión final, la epigenética
es el nexo entre los factores ambientales y el genoma, en aquella famosa “ecuación”
que dice: genotipo + ambiente = fenotipo.
Referencias:
Bastiaan T. Heijmansa, Elmar W. Tobia, Aryeh D. Steinb, Hein Putterc,
Gerard J. Blauwd, Ezra S. Sussere, P. Eline Slagbooma, and L. H. Lumeye. Persistent
epigenetic differences associated with prenatal exposure to famine in humans. Proc Natl Acad Sci 2008 Nov
4;105(44):17046-9Etiquetes de comentaris: Càncer, Ciència i societat, Curiositats, Epigenètica, Genètica, Mecanisme molecular