Pero la Reina Roja continuaba
gritándole: “¡Deprisa, más deprisa!”, y Alicia sentía que no podía más, aunque
le faltase aliento para decírselo.
Lo más curioso era que los
árboles y las demás cosas que las rodeaban permanecían totalmente inamovibles:
por más que corrieran, no conseguían adelantar nada. “¿No será que todo se
mueve con nosotras?”, se preguntó muy intrigada la pobre Alicia.
[...]
Alicia miró con gran sorpresa
a su alrededor
- ¡Pero si yo diría que hemos
estado bajo este árbol todo el rato! ¡Todo está igual que estaba!
- Claro que sí -dijo la
Reina-. Pues ¿qué te creías?
- Bueno, en mi país -dijo
Alicia, todavía un poco jadeante-, si una corre un rato, tan deprisa como lo
hemos hecho nosotras, generalmente acaba llegando a un lugar distinto.
- ¡Un país bien lento! -dijo
la Reina-. Aquí, como ves, se ha de correr a toda marcha simplemente para
seguir en el mismo sitio. Y si quieres llegar a otra parte, por lo menos has de
correr el doble de rápido.
Lewis
Carroll, Alicia a través del espejo
Quizás reconozcáis este fragmento de haber leído la
conocida obra de Lewis Carroll, “Alicia a través del espejo”, segunda parte de
las aventuras de esta niña en el más loco de los países. En este capítulo en
que se encuentra con la Reina Roja esta le explica que, en el país en el que se
encuentran, es necesario avanzar para mantenerse en el mismo sitio, e ir aún
más rápido para llegar a algún otro. El caso es que, más allá de todo valor
literario, este fragmento refleja a la perfección la idea biológica de que cada
especie necesita de una “mejora” continua para mantener su situación actual con
respecto las demás especies con las que tiene relación, dado que ellas también
“mejoran”. Es decir, para mantener el statu quo en el ecosistema.
El vínculo entre la idea expuesta en esta obra y el planteamiento biológico que
nos ocupa es evidente, y a causa de éste se estableció el concepto como Hipótesis
de la Reina Roja, Carrera de la Reina Roja o Efecto de la Reina Roja,
haciendo referencia directa a la obra.

Esta hipótesis fue propuesta por
Leigh Van Valen
en su obra “A new evolutionary law”, publicada en 1973. Surgió del estudio que
demostraba que las probabilidades de extinción de familias de organismos era
constante dentro de grandes escalas de tiempo, y por tanto que la capacidad de una
familia para sobrevivir no mejora a través de las generaciones. Esta idea
plantea una explicación a estas probabilidades dado que la evolución de una
población no es un proceso aislado e independiente, sino que es consecuencia no
tan sólo de las condiciones externas, biológicas o no, del momento concreto,
sino que además se ve afectado por la evolución de otras poblaciones con las
que se relaciona a lo largo de su existencia. Todas las especies con el tiempo
presentan variabilidad genética que la selección natural puede sentenciar como
ventajosa (lo que aumenta la probabilidad de ser transmitida a siguientes
generaciones) y eso afecta no sólo a su supervivencia, también a la de las
especies con las que se relaciona, y de una forma indirecta, a la variabilidad
genética generada por estas otras especies. En resumidas cuentas,
cada
cambio en una especie tiene efecto en los cambios de las demás. Esto lleva
a pensar que todas las distintas vías evolutivas son consecuencia las unas de
las otras en mayor o menor medida. Por lo tanto, se da una relación de
codependencia
y una
coevolución (consecuentemente) entre todas la especies ya que, más
directamente o menos, todas están conectadas.
Por supuesto este fenómeno se hace más evidente entre
especies que tienen relaciones estrechas como podría ser el caso del depredador
y su presa. Para entender con más precisión esta hipótesis tomemos como
ejemplo al guepardo como depredador y a la gacela como presa. Para que estas
especies hayan sido capaces de sobrevivir a lo largo de las generaciones es
necesario un equilibrio entre las dos. Toda variación genética generada por la
gacela que pueda serle ventajosa para sobrevivir, debe ser igualada por las
variaciones genéticas ventajosas, como depredador, generadas por el guepardo.
En caso contrario, a la larga, éste perdería su fuente de alimento principal al
no poder aprovechar la gazela en su favor, y se extinguiría. El equilibrio
también se rompería en el sentido opuesto, si el guepardo produjese cierta
variabilidad que potenciase ciertas facetas para ser mejor depredador y la
gacela no produjera por su parte la suya equivalente para ser capaz de soportar
esa mejora depredativa, en ese caso las gacelas se extinguirían dado que
estarían a su merced más fácilmente. Es por este motivo que parece evidente
que, tanto las características del guepardo de depredador como las
características de la gacela para no ser cazada deben haberse desarrollado
paralelamente a lo largo de la evolución. Este proceso se conoce comúnmente
como carreras armamentísticas.

Sin embargo, si este avance armamentístico se da
de forma superior en una especie con respecto al de la especie con la que se
relaciona, no tan sólo hay consecuencias perjudiciales para una parte, se
convierte en un arma de doble filo. Por un lado sería negativo para los
guepardos que no hubiese gacelas, dado que acabarían extinguiéndose también al
perder su fuente principal de alimento. El depredador sufriría las
consecuencias de su propia capacidad para cazar aumentada. Por otro lado, el
guepardo es un impedimento para la supervivencia de las gacelas y el hecho de
que desapareciesen los depredadores no sería negativo a primera vista, pero a
la larga supondría una superpoblación de gacelas y el equilibrio del ecosistema
se rompería igualmente, dado que un aumento de la población de gacelas
supondría un descenso de su principal fuente de alimento hasta que no hubiese
para todas y cayeran también en decadencia.
Pro supuesto, las situaciones anteriores se dan
difícilmente, solamente en caso que los cambios sucedidos en las poblaciones de
una especie (ya sea aumento desmesurado de población o extinción), así como sus
consecuencias, se diesen tan rápido que no fuera posible que se produjera
ningún tipo de variabilidad genética por parte de las demás especies para
soportarlos. Esto es improbable, ya que
en principio se requiere de esta rapidez para que suceda, pero a la practica
seria necesario mucho más tiempo para que esta superioridad tuviese
consecuencias, y eso también daría tiempo a la población de otros organismos
para presentar variabilidad ventajosa que recuperase el equilibrio.
En realidad, detenidamente no hay ninguna armonía ya
que siempre va uno por delante del otro en escalas temporales pequeñas, pero en
una visión general, se puede entender como un equilibrio, ya que se va
repitiendo el proceso en que primero uno “avanza” y luego lo vuelve a
“adelantar” el otro. El sistema que plantea la Hipótesis de la Reina Roja se ve
reflejado en estos cambios que se han ido dando en cada especie para equiparar
los contraproducentes de otra, lo que produce esta estructura en equilibrio des
de una perspectiva alejada, el motivo por el cual dos especies han coexistido
durante períodos de tiempo largos, hasta que algo en equilibrio falla.
La evidencia nos dice que estos fallos son más fáciles
que se den según la relación entre dos poblaciones de dos especies diferentes
sea más estrecha, es decir, según sean más codependientes. Este es el caso de los simbiontes donde su
supervivencia llega a depender de su relación de una forma directa. El ejemplo
más nítido es el mutualismo, en que si uno de los participantes produce variabilidad
genética positiva para sí mismo, pero nociva para el otro, este último acabará
cediendo y extinguiéndose si no produce una variabilidad genética que lo
contrarreste. Por tanto, de forma más evidente que en la relación
depredador-presa, como uno no puede vivir sin el otro a causa de su relación de
simbiosis, la mejora de uno a expensas del otro produce la extinción de las dos
partes dado que se perdería una primero, y a falta de ésta, la otra (la
causante) también perecería, dado que necesitaba la primera para sobrevivir. Un
buen ejemplo tanto podría ser el pez payaso con las anémonas, como la
microbiota intestinal con el organismo propietario de los intestinos.

Esta relación es muy estrecha, por eso se ve tan
claramente la causalidad, pero en realidad toda la biosfera sigue este patrón y
se ve regido por esta misma relación de causalidad, en mayor o menor proporción
según lo directo que sea el contacto. En este ejemplo tan evidente, se puede
ver la importancia del mantenimiento del equilibrio en que una especie, ni
le favorece aprovecharse demasiado de otra, ni tampoco insuficientemente.
Por ello, se puede afirmar que la evolución de una población de una especie
depende de la evolución de las poblaciones de las demás especies con las que se
relaciona. Como se puede ver, se da un proceso de feedback positivo o
realimentación positiva, dado que cada cambio en esta maquinaria no hace más
que propiciar más cambios, que a su vez no hacen más que favorecer la aparición
de muchos más, en este sistema dinámico. Pero, como se destaca en la obra de
Lewis Carroll, es un sistema dinámico estático, aunque parezca
contradictorio. Comparando con el pasado se han dado cambios, pero en el
presente la relación entre especies se mantiene, dado que cambian al mismo
ritmo. De todos modos esta retroalimentación se puede romper, caso en que
alguna especie queda extinguida, y más de una si no se consigue reparar el
sistema compensando la ausencia de la primera con más variabilidad genética por
parte de las que siguen vivas. La verdad, se podría entender el sistema no como
un equilibrio, sino como una reparación constante de cada parte que se
queda rezagada.
Sin esta reparación (antes de ninguna extinción o
después), fruto de la producción de variabilidad genética, acabaría por
extinguirse toda la vida en la Tierra, dado que, como se ha mencionado
anteriormente, toda se encuentra conectada. Esta variabilidad causa las
diferencias entre especies que rompe el equilibrio, pero por el lado opuesto
también causa la vuelta al equilibrio, al producir cambios en las demás
especies para compensar los primeros. Es por este motivo que este Efecto de
la Reina Roja sucede a la vez a causa y a pesar de la variabilidad genética
de la que llevamos hablando, causada en parte por mutaciones, y en parte por la
combinación de genes, con especial énfasis en la reproducción sexual. La
aparición de ésta y su extenso uso había sido siempre un dilema dada su
ineficiencia, pero este sistema acabó por florecer a causa de la producción de
diversidad, aunque no se entendía para qué era necesaria si hasta el momento de
su aparición habían sobrevivido. Es decir, si algo funciona, ¿por qué
cambiarlo? Este surgimiento de diversidad se ve explicada por la Hipótesis de
la Reina Roja, dado que en el sistema que contempla, es necesaria una gran
capacidad de variabilidad genética para la supervivencia.

De todos modos, esto no era más que una hipótesis y no
se había aceptado oficialmente aún, por lo tanto el enigma seguía presente. Así
fue hasta llegar al 2011, cuando investigadores de la Universidad de
Indiana, demostraron el Efecto de la Reina Roja. Se manipuló genéticamente
la especie de gusano C. elegans, para que se reprodujera por
autofecundación o sexualmente, y a éstos dos tipos de poblaciones se las hacía
convivir con la bacteria patógena Serratia marcescens. Después de
múltiples generaciones, se observó como las poblaciones de C. elegans
que se reproducían por autofecundación se extinguían rápidamente por los
parásitos que evolucionaban a la vez. Contrariamente, la población que se
reproducía sexualmente permitía más variabilidad, lo que hacía aumentar la
probabilidad de aparición de individuos preparados para resistir ese patógeno.
Por este motivo, esta población conseguía sobrevivir con más facilidad, ya que
el sexo ayuda a los individuos a adaptarse más rápidamente a las adversidades,
lo cual puede significar la diferencia entre sobrevivir o extinguirse, como es
el caso. De esta forma, este experimento reafirmó todo el proceso y
consecuencias que se desprenden directamente de la Hipótesis de la Reina Roja.
Y, como en “Alicia a través del espejo” donde abundan las contrariedades,
descubrimos que en nuestro mundo también. Esta idea planteada es un buen
ejemplo ya que, además de hacer evidente la vulnerabilidad de una especie frente las
que se relaciona, demuestra la gran capacidad de adaptación que tienen para
lograr la supervivencia.
Referencias: