En la cultura popular es muy
frecuente utilizar el término “reloj biológico”; referido a mujeres suele
utilizarse para denotar “la llamada de la maternidad” que implica una mayor
predisposición a querer tener hijos.
En términos más científicos se ha
utilizado también el término “reloj biológico” para referirse al papel de los
telómeros (los extremos protegidos de los cromosomas) en la longevidad de las
distintas especies o la “edad biológica” de las células de un individuo.Y recientemente publicamos un
artículo sobre el
reloj epigenético
Esta semana se ha publicado un importante avance en el estudio del
“reloj biológico” que queda trastocado al realizar largos viajes (de más de 5
horas de diferencia horaria), fenómeno conocido como
jet lag y que causa fatiga, irritabilidad, problemas digestivos,
etc. Este estudio llevado a cabo en la Universidad de Oxford, ha profundizado en los
conocimientos sobre el mecanismo biológico que provoca estos efectos cuando se
realiza un cambio horario importante en un lapso de tiempo corto, es decir,
cuando se viaja en avión muy hacia el oeste o muy hacia el este. El
conocimiento hasta el momento implicaba la regulación del
ritmo circadiano
(regido por el ciclo de luz y oscuridad propio de días de 24h) a través de
fotoreceptores de las retinas que permitían el reajuste gracias a la luz
crepuscular (al amanecer y al anochecer); estos receptores mandan señales al
núcleo supraquiasmático (responsable de mantener el ritmo circadiano) que
promueven una
cascada de señales que permiten la lenta adaptación al “nuevo
horario” (entre 1 y 2 horas de reajuste cada día). Estudios previos habían observado
que el reajuste se encontraba “frenado”, es decir, que los procesos que
permitían recuperar ajustarse al cambio horario se veían entorpecidos. El
estudio realizado en Oxford ha permitido detectar la proteína responsable de
dicho “freno”: SIK1, una quinasa que interviene en la cascada de señalización
dando
feedback negativo, limitando así el reajuste a esas 1-2 horas diarias. El
mismo estudio ha comprobado en ratones como usando
RNA de interferencia (un
mecanismo para reducir el efecto de la expresión de un gen) se conseguía
reajustar los ritmos circadianos de forma más rápida. Como indican los
investigadores, este descubrimiento podría sugerir una
diana terapéutica contra
la que diseñar fármacos que “aceleren” (o “levanten el pie del freno”) el
reajuste del ritmo circadiano tras un largo viaje en avión. También se ha
hipotetizado que diseñar fármacos contra SIK1 podría permitir tratar ciertas
enfermedades mentales que se basan en la alteración de estos “relojes
biológicos”.
El paso del tiempo es inexorable
y hay muchas formas a través de las cuales nuestro cuerpo responde a él. Recientemente os hemos hablado de 2 de ellas pero ¿cuántas más habrá? El tiempo lo dirá.