Si
miráis con atención a la señora que aparece en la fotografía
posiblemente no sepáis quién es. Es probable que no os resulte nada
familiar. Que prometáis no haberla visto nunca antes. Pero si os
dedicáis a la investigación o habéis realizado prácticas en un
laboratorio alguna vez en vuestras vidas es más que seguro que habréis
compartido tiempo y espacio con esta mujer. Pero, ¿quién es?
Henrietta Lacks.
Esta
afroamericana es Henrietta Lacks, una mujer que vino al mundo el
primer día de agosto de 1920 en el seno de una familia humilde en
Roanoke, Virginia. Como era habitual en la época, cuando llegó ya tenía ocho hermanos más. Y como por desgracia también era habitual, su
madre murió en su último parto, el posterior a Henrietta que era el que
hacía diez. La
situación obligó a John Randall, su padre, a pedir ayuda a la familia
materna por lo que Henrietta y sus nueve hermanos se mudaron a Clover,
Virginia, con sus abuelos. Quiso la casualidad que nuestra protagonista
encontrara allí el amor de la mano de David Lacks, su primo hermano, con
el que compartió su vida desde los cuatro años. Diecinueve años después
se casaron (1941) y tuvieron dos hijos. Pero la vida, que ya es
complicada de por sí, lo es aún más para aquellos que tienen
dificultades y David tuvo que mudarse a Maryland en busca de trabajo.
Les separaban más de 400 kilómetros por lo que Hernietta no tardó en
seguirle. Dos años más tarde y ya afincados en una de las comunidades
afroamericanas más grandes de América, tuvieron tres hijos más.
Henrietta y David Lacks en una fotografia familiar.
Pero
Henrietta no se encontraba bien y ya en sus dos últimos embarazos se lo
notaba. Acostumbrada a sufrir aguantó y dio a luz a Deborah (1949) y
después a Joseph (1950) y tan solo cuatro meses después de dar a luz a
éste, Henrietta tuvo que acudir al hospital. Hacía tiempo que tenía
sangrados vaginales y en su búsqueda por ver qué era lo que le provocaba
tanto dolor, un día se metió en la bañera y se palpó un bulto en la
matriz. Por aquél entonces (desde hacía ya tiempo y sería así hasta 1965) el sistema sanitario era racista. Los afroamericanos no podían acudir al hospital a no ser que fuera caso de vida o muerte. Los insoportables dolores hicieron que Henrietta le pidiese a David que la llevara al hospital. El
primero de febrero de 1951 sucedió la tragedia: cáncer cervical.
Henrietta tenía un tumor de apariencia extrañísima. El Doctor Howard
Jones, que fue el ginecólogo que la examinó, describiría el bulto como
“una gelatina de uva”, por su color púrpura y su tamaño. Tomó una
muestra para investigar y en su segunda visita, el Doctor George Otto
Gey tomó otra muestra que guardaría para sus propios estudios. Aquí es donde la historia se divide. Si
seguimos el camino de la vida de Henrietta Lacks, el tumor pudo con
ella. A pesar de las radioterapias y los antibióticos, murió el 4 de
octubre del mismo año. La enterraron en Lackstown (Clover, Virginia) sin
lápida, porque eran pobres. Aún hoy en día no se sabe exactamente dónde
yacen sus restos.
Los restos de Henrietta están en el cementerio de Lackstown.
Si
seguimos el camino de las células, ellas pudieron con el resto.
Pongamos orden. El Dr. Otto Gey llevaba 30 años junto a su mujer
Margaret tratando de crear una línea celular inmortal sin éxito. Pero
entonces usaron la muestra de Henrietta y observaron una potencia
asombrosa; no sólo se reproducían a un ritmo elevado sino que además,
nunca morían. Todas
las células tienen un tiempo de vida limitado que se conoce como el
límite de Hayflick. Éste es, en células humanas, de unas 50 divisiones.
Pero no sucedía eso con las células de Henrietta: cada vez había más y
más, sin senescencia, sin parar de crecer, sin ningún tipo de control.
A
estas células inmortales se las llamó HeLa, por las siglas de la
protagonista. Y es en este preciso instante, lectores, cuando quizá
atáis cabos. Las
células HeLa se han utilizado para casi 60.000 publicaciones
científicas de todo el mundo. Con ellas se generó la vacuna contra la
poliomelitis, las primeras células híbridas entre humano y ratón,
múltiples medicamentos (contra el cáncer de mama, contra el párkinson,
la leucemia…) y terapias génicas. Se calcula que existen 11.000 patentes
relacionadas con las HeLa y están en cientos de laboratorios de todo el
mundo.
Las
causas de la supervivencia de las células de Henrietta no están,
todavía hoy, esclarecidas. Se sospecha que su resistencia a la apoptosis
(muerte celular) se debe en gran parte a la silenciación que se produce
de la proteína p53, conocida como “el guardián del genoma”. Esta
proteína vigilante es la encargada de avisar a la célula de que ya se ha
dividido suficientes veces y que debe entrar en senescencia. Pero su
desaparición tiene como consecuencia la desinformación de la célula, que
pasa a dividirse sin control. Si queréis saber más sobre la p53 entrad aquí.En el análisis de las HeLa se han detectado también alteraciones en los cromosomas 1, 3, 5 y 6. La
familia Lacks no se enteró del uso de las células de
Henrietta hasta 24 años después, cuando los investigadores contactaron
con ellos para conocer más sobre la genética familiar. Cuentan que
cuando su marido recibió aquella llamada cargada de palabras técnicas
(“tenemos las células de su mujer vivas”, “estamos haciendo
investigaciones en el laboratorio con ellas”, “quisiéramos hacerles unas
pruebas para ver si ustedes también disponen de la misma genética”),
él, que no sabía ni qué era una célula, entendió algo así como que tenían a Henrietta
viva en el laboratorio. Y mucho no se equivocaba, pues sus células
seguían y siguen viviendo y ocupando viales en cientos de laboratorios.
Pero no era el tipo de vida que David esperaba. Cuando
por fin comprendieron el alcance de la noticia, David y sus hijos iniciaron una lucha por el reconocimiento a la contribución de su madre a
la ciencia. Pero la familia jamás ha recibido ningún beneficio
económico derivado de las HeLa. Volviendo
a las HeLa y como decíamos antes, si el tumor pudo con Henrietta, sus
células pudieron con todo: son tan potentes que se calcula que entre el
10 y el 20% de los cultivos del mundo están contaminados por HeLa. (Léelo también aquí)
Tal
vez Henrietta apenas se moviera de la tierra que la vio nacer, pero sus
células han llegado a todo el mundo, incluso al espacio, porque también se
utilizaron para comprobar su comportamiento a gravedad cero. Existen 20.000
toneladas de HeLa en el mundo, lo que bien equivale a más de 330.000
Henriettas. Y ninguna de ellas jamás recibirá un Nobel.
Este post es una recopilación de información pero existe un libro en el que se explica mucho más sobre la vida de Henrietta Lacks llamado "The inmortal Life of Henrietta Lacks", escrito por Rebecca Skloot y publicado en 2010. Y existe, también, un documental de la BBC realizado por Adam Curtis sobre las HeLa y Hernietta. Se llama "The way of all flesh" y se puede ver solamente en inglés.